Muchos se preguntan por qué el Servicio de Impuestos Internos (SII) no se querella en casos emblemáticos de financiamiento político con perjuicio tributario. O por qué ha tenido un actuar tan asimétrico en Penta y SQM. La explicación provendría de un criterio que el director del SII nos recuerda: “La misión del servicio es recaudar impuestos (…) desde esa perspectiva, las acciones penales van a seguir siendo una excepción”. ¿Es correcto este argumento? No.
La explicación oficial se inscribe en esa vieja máxima del “más vale un mal arreglo que un buen juicio”. Que frente a boletas falsas, más valdría llegar a un acuerdo que transitar por un incierto y largo camino judicial. Al final del día, parece normal que se sopesen costos y beneficios para optimizar resultados. Y el SII no tendría por qué ser la excepción.
Suena bien. Salvo por un pequeño detalle. Que de la maximización de recaudación que invoca el SII no se sigue que se deba privilegiar sigilosos acuerdos bipartitos y renunciar a querellarse. La razón es sencilla: la maximización de la recaudación que interesa no es estática sino que dinámica. Lo relevante no es la recaudación hoy sino que el valor presente de ésta en el tiempo.
De lo anterior surge una pregunta obvia. ¿Qué pasa si la señal que la autoridad entrega hoy afecta el comportamiento de los agentes y, con ello, la recaudación de mañana? Y es que nunca hay que subestimar al implacable homo economicus, cuyo mal actuar en estas materias es función de la probabilidad de ser descubierto y de la cuantía de la sanción a la que se expone. Así, la señal de la autoridad importa. Particularmente, en situaciones de alta notoriedad y cobertura como, por ejemplo, las del financiamiento de la política.
Si hay querella y se activa una arista penal que puede incluso llevar a sanción de cárcel, la señal que masivamente se enviaría en situaciones de alto conocimiento público es que en el futuro se actuará con esa vara. Tal vez la recaudación puntual hoy pueda verse dificultada, pero será compensada con creces a través de muchos menos casos de malas prácticas tributarias mañana. Sería un buen negocio para el SII y su objetivo de maximizar la recaudación. La evidencia internacional es clara al respecto. En cambio, cuando el SII renuncia a querellarse y privilegia arreglos discrecionales que sólo contemplan silenciosos pagos por lo defraudado más multas, intereses y condonaciones, la señal es débil.
La mayor recaudación que se pueda lograr en un caso hoy será a costa de una menor recaudación en muchos casos mañana. Al parecer el SII también ha instalado una nueva doctrina en las escasas querellas que ha presentado: nominativas y no a “quienes resulten responsables”. Otra señal equívoca. Contraria, además, a la lógica más elemental de lo que es propio de la investigación penal que se abre con la querella: descubrir eventuales responsables que no conocemos de antemano.
En hechos de notoriedad pública, donde existía una oportunidad de entregar masivamente señales claras y firmes, uno hubiera esperado que el SII actuara con visión de largo plazo y aplicando principios generales. En cambio, escudado en un argumento cortoplacista de dudoso asidero, ha optado por un actuar discrecional y asimétrico entre casos. Los costos futuros en esa recaudación que preocupa al SII se harán sentir mañana.
Decano Escuela de Gobierno UAI
Fuente: La Tercera. 04 de diciembre de 2015.
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