A partir de 2018, Chile enfrentará una nueva reforma tributaria. Con matices y diferencias, los precandidatos presidenciales y sus respectivos equipos económicos ya están trabajando en el análisis y las fórmulas para mejorar el actual sistema de impuestos. Los grupos técnicos de Ricardo Lagos, José Miguel Insulza, Sebastián Piñera y Alejandro Guillier asumen que se debe hacer cambios a la iniciativa implementada por el gobierno de Michelle Bachelet.
Aunque la totalidad de las modificaciones impositivas acometidas por la actual administración comenzaron a operar en régimen recién en enero pasado y sus primeros resultados se podrán medir en la Operación Renta 2018, básicamente las candidaturas buscan simplificar lo reformado y estimular la inversión para apuntalar la alicaída economía que amenaza de nuevo con crecer por debajo del 2% este año.
Los más críticos, los equipos de los dos ex presidentes y del senador radical, coinciden en que las dificultades van desde lo complejo que es convivir con dos regímenes impositivos (uno integrado con atribución de renta y el otro semi integrado con FUT), hasta lo ineficiente y engorroso que puede resultar tener hasta cuatro sistemas (si se incluyen dos más para las empresas de menor tamaño).
A eso se suma lo casi imposible que resultará el lograr la recaudación prometida de 3% del PIB desde 2018 en adelante, debido a la desaceleración de la actividad. Además factores como la poca certeza jurídica que genera el nuevo sistema chileno, los alcances de la norma antielusión, el desincentivo a la inversión tras haber eliminado algunas franquicias, y, para muchos, el vacío que dejaron los cambios para acabar con el FUT, pese a que en la práctica se generaron cinco registros similares.
En el caso del equipo de Insulza, estiman que antes de impulsar nuevas modificaciones, lo prudente sería ver cómo anda la reforma en régimen, según comenta su jefe económico, Eugenio Rivera.
*¿Deshacer la reforma?
“Es un gran cambio político que las campañas presidenciales nuevamente se tributaricen. En 2013 fue la demonización del FUT y ahora uno de los pilares de los programas es la corrección de los errores”, afirma el presidente del Instituto Chileno de Derecho Tributario, Rodrigo Benítez.
Aunque reconocen que abrir el tema tributario es un riesgo importante, porque la experiencia en Chile es que siempre se termina elevando la carga impositiva, en la cúpula empresarial la opinión general apunta a que es inevitable, además de recomendable hacerlo, entre otras razones para evitar que el costo del bajo crecimiento se termine traspasando al desempleo. “El sistema actual es el peor que hemos tenido y no sólo para la empresa y la inversión, sino también para los contribuyentes, personas que hoy están en una asimetría tremenda con el SII, sujetos a su interpretación de la norma”, plantean en la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC).
Si bien comparte la tesis de que no es muy propio de un país serio alterar el sistema tributario cada dos o cuatro años, menos cuando el nuevo no ha dado ni siquiera su primera prueba en régimen, el abogado Medardo Lagos, socio del estudio Juan Agustín Figueroa, plantea que hay un consenso transversal en que la reforma fue mal elaborada y que introdujo una complicación tremenda en el engranaje de la economía. “Nadie se opone a correcciones, pero ahora el desafío es, además, cómo hacer esa corrección y que ésta sea compensada en materia de recaudación, porque hay un gasto fiscal enorme que financiar”, comenta el experto, quien integró el staff del SII durante las administraciones de Eduardo Frei y Ricardo Lagos.
En la CPC refrendan el punto: “Las compensaciones fiscales son fundamentales en el diseño que las candidaturas presenten, porque reducir el gasto social no es aceptable para ningún candidato, sus bases electorales y menos para el Congreso”, añaden.
En opinión del ex director de Grandes Contribuyentes del SII, también del gobierno laguista, Bernardo Marchant, el modelo tributario implantado es altamente perfectible. “Es sensato y aporta que cualquier idea de mejora o cambio sea conversada y analizada por todos los actores involucrados con el mayor tiempo posible, de forma tal que la propuesta sea factible y razonable en la práctica… Siempre es mejor saber lo que piensan los candidatos; mientras más clara la letra chica, mejor”, dice.
*¿Retroceder y reintegrar?
Si a los futuros candidatos a La Moneda les preguntaran cuáles son sus tres principales recomendaciones en materia tributaria, a juicio de Benítez éstas deberían ser: “Volver a un sistema plenamente integrado, en el impuesto a la renta que paga la empresa sea crédito en un 100% en contra del impuesto personal de los dueños, con el derecho que el dueño sólo pague cuando perciba efectivamente el ingreso. Aumentar un par de puntos el impuesto a la renta de las empresas para no afectar la recaudación. Y entregar mayores incentivos a la productividad, al desarrollo tecnológico, a la capacitación y a la exportación de bienes y servicios”. Su opinión no es aislada. En las precandidaturas, si bien hay matices al respecto, los objetivos de fondo son similares.
Max Spiess, coordinador del equipo tributario de Lagos, explica que hoy trabajan activamente para levantar un diagnóstico preciso. “Para recuperar el impulso del crecimiento de la economía nos enfocaremos en simplificar los regímenes impositivos y eliminar las trabas tributarias que entorpecen la inversión o que generan externalidades negativas que afectan especialmente a la pyme, y además, queremos avanzar hacia un nuevo trato entre la autoridad fiscal y los contribuyentes, restableciendo las confianzas a partir de la certeza jurídica”, detalla el abogado.
Dicho propósito, aunque recién están en los enunciados generales, también se busca en el entorno del ex Presidente Piñera y cuya coordinación está a cargo de Gonzalo Blumel, director ejecutivo de Avanza Chile. “Es obvio que reintegrar el impuesto a la renta de empresas y de los socios, accionistas, inversores, es el punto de partida. Ya está la idea de que la reforma le pegó a la inversión y ahora viene el tema de la recaudación y la compensación”, afirma un economista cercano al ex mandatario.
De hecho, unos de los pasos iniciales de este proyecto de candidatura ha sido pedir a algunos economistas cálculos sobre las holguras fiscales efectivas que heredará el nuevo gobierno y el nivel de gasto comprometido que deberá enfrentar. A partir de esos informes, que debieran estar listos en marzo, se comenzarían a delinear las diversas alternativas. Blumel, en todo caso, ha dicho en la prensa que el foco de una reforma piñerista apuntaría a restituir los incentivos al ahorro e inversión, esbozando que no sólo plantearían reintegrar la tributación a la renta, sino también generar alguna nueva exención de impuestos.
Pese a que insiste en que en el comando de Lagos están en una etapa de análisis, Spiess, socio de Baraona Abogados, también entrega algunas luces. “En particular, la idea de simplificar los regímenes de renta de primera categoría, reemplazándolos por uno 100% integrado con tasa del 27%, suena bien en el papel, pero es muy mala para la pyme. No estoy de acuerdo con eso, hay formas mejores de hacerlo sin generar externalidades negativas. Además, esa medida finalmente reduce la recaudación si no se compensa con el alza de otros impuestos, pero no se dice cuáles”, sostiene.
*Clima interno
Cuánto aporta o no al clima interno del país una nueva reforma tributaria se ha instalado como una duda razonable.
Benítez, quien también es socio de Tax & Legal de BDO, cree que puede ser positiva para las expectativas. “Los beneficios de una nueva norma son incentivar el crecimiento, simplificar los costos del SII para su fiscalización, ahorrar costos de asesores para las empresas y otorgar certeza a los inversionistas. Los grandes riesgos son continuar con modificaciones que causan ruido en materia de las reglas del juego. Lo malo es haber invertido tanto en un sistema tributario que no marcha, con un alto costo político y del Estado”, apunta.
Marchant apoya el punto: “Si lo que se desea es estimular la inversión, existen algunas premisas mínimas que se deben cumplir para mejorar las expectativas, entre ellas, certeza jurídica, estabilidad y simplicidad tributaria. En otras palabras, conocer los criterios que aplicará la administración tributaria (Tribunales y SII) -los están cambiando a una velocidad impresionante-, que no se modifique el régimen de tributación para proyectar razonablemente los flujos de la inversión, y que se conozcan todas las variables del modelo”, enumera.
*Recaudación y ciclo
“Con el actual ciclo económico lo que la reforma, suponiendo que fuera eficiente, podía recaudar en régimen, no lo hará en una primera etapa y eso afectará los objetivos de política fiscal, de tipo social, que se tienen. Entonces, aquí lo medular no sólo es simplificar y reducir el costo de operación para todos los involucrados; aquí lo esencial es que la eficiencia del diseño permita mantener la recaudación y evitar que termine aumentando la carga tributaria”, advierte Medardo Lagos.
Spiess, también director legal de la consultora de políticas públicas Denk, comparte su mirada: “Es clave mejorar la fiscalización para evitar la evasión y elusión, a la par de definir con claridad las competencias de la autoridad en pos de un nuevo trato con los contribuyentes. En todo caso, ese nuevo trato debe tener siempre presente que el sentido primario de los impuestos es financiar el gasto público de un país que tiene demandas sociales crecientes y que se desenvuelve en un contexto de economía abierta al mundo”, enfatiza.
“Ya en vigencia, la reforma en materia de impuesto a la renta recrudecerá los problemas de crecimiento. Mientras más se espera, mayores serán los costos de su funcionamiento”, agrega Benítez.
Rivera, sin embargo, advierte que la total implementación de la reforma tributaria es crucial pero insuficiente para enfrentar los desafíos de la economía. “En tal sentido, coincidimos con lo señalado recientemente por la Ocde, (en cuanto a) que la carga tributaria debe acercarse a los promedios de los países de esa organización. Un verdadero royalty es fundamental”.
Al respecto, hace dos semanas la precandidatura de Alejandro Guillier planteó elevar ese impuesto específico para financiar parte de la reconstrucción por los incendios, pero luego el senador se desmarcó señalando que era una propuesta del PR y no suya. En el laguismo actual, en todo caso, una cosa de ese tipo no tiene cabida. “No es apropiado invocar reformas en impuestos específicos para financiar gasto especial y transitorio, por urgente que sea. Chile necesita reglas claras y estables para crecer. Tenemos un tremendo desafío en el crecimiento y sin inversión lo empeoraremos; como sabemos, para eso se necesita recomponer confianzas y construir con estabilidad. La idea del precandidato va justo en la dirección contraria”, concluye Spiess.
Fuente: La Tercera. 13 de febrero de 2017. Por Pamela Jimeno.
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