En estas fiestas y contrariamente al espíritu que debería imperar, se aprecia una de las mayores discriminaciones en materia tributaria y es precisamente en relación a una costumbre fuertemente arraigada en nuestra cultura navideña: el aguinaldo.
Mientras las normas legales que establecen este beneficio para los empleados del sector público se encargan año a año de liberar dicho pago de cualquier impuesto o deducción, de manera que los empleados fiscales los reciben íntegramente, no ocurre lo mismo con los empleados del sector privado.
En efecto, por una interpretación estricta del concepto de remuneración del Servicio de Impuestos Internos los trabajadores del área privada que lo reciben ven reducido su monto por el impuesto al trabajo y las cotizaciones previsionales. Además las empresas que deciden otorgarlos por mera liberalidad, deben afectarlos con el impuesto por gasto rechazado de 35%, de manera que su costo se incrementa en importante medida.
Así al evaluar su conducta durante el 2015, y desafiando las encuestas, El Viejo Pascuero chileno discrimina abiertamente y sólo considera niños buenos a los funcionarios públicos. Los otros en cambio y como castigo a su conducta, deben ceder parte del regalo a un duende infiltrado en el trineo.
Francisco Selamé
Socio PwC
Fuente: El Mercurio. 25 de diciembre de 2015.
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