Publicado en Oct 21, 2009
Este es un planteamiento “políticamente incorrecto”, como dicen los majaderos, pero con argumentos poderosos. La compra de libros y artículos similares está gravada con la tasa general del 19%, lo cual ha recibido críticas permanentes, ya que es considerado como un atentado a la cultura y un desaliento a la lectura, práctica tan abandonada por la población chilena, especialmente por niños y jóvenes, progresivamente adictos a la TV y a los juegos electrónicos. Cuando se estableció la tasa pareja, en 1975, en reemplazo del impuesto a la compraventa, se buscó reducir la evasión generalizada, la doble tributación y tener una carga neutra en la asignación de los recursos entre diferentes mercados. Esos fines han sido logrados con creces y en la actualidad es la principal fuente de ingresos tributarios; en efecto, el IVA es un gravamen básicamente recaudador. Las exenciones son mínimas, como ser a los servicios de educación y salud y no plenamente justificadas. Desde esa mirada, es óptimo y visto internacionalmente como un ejemplo a seguir. Una de las ventajas de la tasa única es que evita la evasión, que era usual con las tasas diferenciadas. Cuando el pan estaba exento del impuesto a la compraventa, las panaderías ampliaron generalizadamente sus rubros de venta para boletear una gran variedad de “panes”. En la actualidad, en las ventas de una librería tradicional existe una gran variedad de productos, no solamente libros. Entre los impresos es difícil diferenciar los de lectura de aquellos de lujo, que tienen fines preferentemente ornamentales y son adquiridos por compradores de altos ingresos. En la práctica, los sectores de bajos ingresos en general compran sus libros de vendedores “piratas” y los textos escolares los reciben gratuitamente en los establecimientos educacionales, gracias al notable crecimiento de este programa. Por lo tanto, eliminar el IVA a los libros es un fuerte incentivo a la evasión y...
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